Campus Intergeneracional

¿Qué es y qué no es un buen Centro Intergeneracional?

Trasladamos artículo de la web http://www.espaciosintergeneracionales.com

Con motivo de la presentación pública del nuevo Centro Intergeneracional de Ourense, financiado por la Fundación Amancio Ortega, y para realzar todo lo posible esta gran noticia, vamos a recordar algunas claves de lo que, en nuestra opinión, es —y no es— un centro de este tipo. Estamos de enhorabuena por poder contar en nuestro país con un espacio intergeneracional tan prometedor como el de Ourense. Ojalá otros promotores tomen el mismo camino.

 

Así comienza el documento Centros inter-generacionales ¡5 casos que funcionan!, que el Laboratorio de Espacios Intergeneracionales publicó en 2017:

«Un centro intergeneracional es un espacio construido en el que, de manera intencionada, personas de distintas generaciones (por ejemplo, niños, jóvenes, adultos, personas mayores,…) comparten servicios y programas, e interaccionan periódicamente tanto a través de actividades planificadas y estructuradas como de encuentros informales y espontáneos.

 El objetivo fundamental de un centro intergeneracional es hacer posible, de forma fácil y orientada, que distintas generaciones se encuentren.

 Estos centros tratan de eliminar las barreras espaciales, conceptuales y actitudinales que, en muchos casos, separan a las distintas generaciones a la hora de vivir nuestro día a día, en especial cuando accedemos a diferentes recursos comunitarios».

Hasta aquí un fragmento de lo que en su día escribimos. Ahora añadimos algo más: unas cuantas ideas básicas sobre lo que nos parece que NO es suficiente para poder decir que estamos delante de un buen Centro interGeneracional (CiG). Sí, tenemos en mente la idea de lo que debería ser un buen CiG —a nadie le interesaría uno malo, ¿cierto?—.

  • Acoger a distintas generaciones bajo el mismo techo NO es suficiente para poder hablar de la existencia de un CiG. ¿Por qué? Porque lo que uno de estos centros propone es convertir las relaciones entre esas generaciones en el gran principio rector —aunque no el único— de la vida en ese espacio. Fijémonos por un momento en la espiral que aparece a continuación (Figura 1) e imaginemos que fuera el logotipo de un CiG:

¿Verdad que se entiende fácilmente que si colocásemos la intergeneracionalidad en el centro de esa espiral, a modo de principio rector, su efecto creciente alcanzaría hasta el último rincón del CiG? Pues bien, esa NO es la idea. Lo que queremos decir se representa mejor en la Figura 2:

La explicamos: en todo el espacio de un buen CiG, a lo largo y a lo ancho, por arriba y por abajo, se plantean múltiples maneras y oportunidades para que las distintas generaciones se entrelacen —eso es lo que representa cada una de las espirales de la Figura 2— de modo que esos múltiples cruces, cual manchas de aceite, se extiendan y alcancen también al resto de personas y generaciones conectadas al CiG, dentro y fuera de él. Pensemos en una extensa red en la que, en cada uno de sus nudos, lo que hay es una espiral intergeneracional diferente, como en la Figura 2. Pues a eso nos referimos.

  • Organizar, en un mismo espacio, actividades en las que participen distintas generaciones NO es suficiente para poder decir que estamos en un centro intergeneracional. ¿Por qué? Porque en un CiG se procura que las relaciones intergeneracionales no solo sucedan de modo organizado sino también de manera espontánea, inesperada, natural. En este caso, la intergeneracionalidad no planificada cuenta tanto o más que la planificada.
  • Que un grupo generacional dado preste servicio a otro grupo generacional con el que convive en un espacio NO es suficiente para poder llamar a ese espacio centro intergeneracional. ¿Por qué? Porque un buen CiG asegura la reciprocidad de las interacciones: todas las generaciones se prestan servicio mutuamente. Reciprocidad no significa simetría: lo que importa es que haya un flujo bidireccional entre las distintas generaciones, no que unas generaciones tengan que hacer exactamente lo mismo por otras.
  • Imaginemos un lugar como el nuevo Centro Intergeneracional de Ourense. La participación de las personas mayores que en su día acudan al Centro de Día de ese CiG y de los niños y niñas de la Escuela Infantil del CiG en prácticas intergeneracionales intencionadas, recíprocas y continuadas NO será suficiente para poder decir, de modo completo, que estamos delante de un buen CiG. ¿Por qué? Porque un buen centro intergeneracional impulsa las relaciones intergeneracionales en todas las direcciones, entre todas las generaciones. Esto supone que hay que tener en cuenta, también, las relaciones entre el personal de distintas generaciones que trabaja en el CiG, entre las generaciones de los familiares vinculados al CiG, y entre el propio CiG y los grupos generacionales de su entorno. Hablamos de una intergeneracionalidad esférica, de 360˚.
  • Un centro intergeneracional que yuxtapone recursos y servicios —por ejemplo, cuenta con un comedor para una generación y otro para otra— NO hace lo suficiente para merecer tal denominación.¿Por qué? Porque lo propio de un buen CiG no es la yuxtaposición sino la intersección: el CiG está compuesto por Zonas de Contacto Intergeneracional —cada una de nuestras espirales de la Figura 2— que no son sino una suma de múltiples espacios y lugares en los que se producen distintas sinergias entre las generaciones. Esto no quiere decir que no pueda haber espacios privativos de los distintos grupos generacionales, sino que tales espacios han de estar presentes en su debida escala.

FUENTE: http://www.espaciosintergeneracionales.com